miércoles, 7 de febrero de 2007

mmm, bueno, pero confuso y...bueno...

La Jornada
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Domingo 8 de octubre de 2006

Guillermo Almeyra

La APPO y la CND

La convención nacional democrática (CND) o será obra de los
movimientos sociales de masas o no será. O sea, sólo es posible con la
construcción de una red de organizaciones y movilizaciones, la cual, a
su vez, no puede ser monolítica sino una red de redes capaz de unir
diversidades y diferentes niveles de lucha y de organización sobre la
base de algunos puntos comunes. Es decir, esencialmente y antes que
nada de la defensa de la voluntad popular y de la democracia (lo cual
significa la expulsión y el castigo de Ulises Ruiz y otros caciques
semejantes, o el rechazo a la imposición de un seudo presidente,
ilegítimo y nacido de un fraude escandaloso, así como la lucha por la
libertad de todos los presos políticos, como los de Atenco), más la
defensa de los salarios (aumento general de todos los salarios,
pensiones y jubilaciones, para mantener el mercado interno y recuperar
la caída del salario real, no al IVA a los alimentos y medicinas, no a
los cambios reaccionarios en la Ley Federal del Trabajo, Plan Nacional
de Creación de Empleos, sobre todo en las zonas de emigración) y la
defensa intransigente del interés nacional (no a la privatización de
Pemex y de la energía, no al muro agresivo y ofensivo en la frontera
norte, Plan Nacional de Fomento de los Recursos Hídricos y Naturales).
Este programa mínimo democrático con contenido social y
reivindicaciones obreras no sólo es viable sino que también está en la
misma vía que el tan ninguneado Programa de Querétaro, nacido de
algunos sindicatos combativos y de su unión con organizaciones
sociales progresistas.

Pero ni este plan de lucha ni la CND pueden ser sólo fruto de la tarea
de propaganda. Esta es absolutamente necesaria, sobre todo en los
lugares donde el movimiento social que conduce a la CND aún es
incipiente, pero la base principal tanto de la convención como del
plan de lucha que la haga posible debe ser la acción, la creación de
comités de base que liguen los objetivos generales con las
reivindicaciones locales particulares y creen miles de organizadores y
dirigentes medios en cada centro de trabajo o localidad. Esta es, al
mismo tiempo, la única forma de prevenir los acostumbrados chaquetazos
políticos de algunos de los representantes del Frente Amplio en las
instituciones o el empantanamiento de la CND en ella, y también de
utilizar la lucha en ese terreno parlamentario e institucional como
apoyo a las movilizaciones, sin las cuales no se puede construir nada
ni controlar a nadie.

Por consiguiente, es fundamental apoyar en todos los sectores de la
vida nacional y por todos los medios posibles la acción de los pueblos
de Oaxaca, cuyo voto por el PRD fue robado como en el resto del país y
cuya movilización tras la APPO es el punto más elevado de la
resistencia a escala nacional y el ejemplo más importante de
construcción de poder democrático popular frente al poder de los
asesinos y usurpadores. Si el movimiento que trata de organizar y
darle cuerpo la CND no hace suya y respalda la lucha de la APPO y no
la extiende creando por doquier, en todos los estados, otras asambleas
de los pueblos como instrumento de organización de la misma
convención, dicho movimiento será sólo un instrumento de apoyo en una
campaña poselectoral, aunque lleve a cabo algunas acciones importantes
y educativas, como la ocupación efímera de los Wal-Mart o la denuncia
de los bancos. ¿Cómo imponer, por ejemplo, el 20 de noviembre, un
presidente legítimo frente al usurpador e impedir la toma de posesión
del cargo por éste sin tener un fuerte respaldo popular organizado y
militante? ¿Cómo exigir la democracia en todo el país si no se la
defiende en Oaxaca y pedir la creación de nuevas instituciones para el
poder popular si allí donde los oaxaqueños las están creando no
obtienen el apoyo a escala nacional, un respaldo eficaz que pueda
hacer que la represión de las clases explotadoras les resulte muy
cara, en el país y ante la opinión pública internacional?

Escribo esta nota el jueves por la noche, cuando están por llegar los
manifestantes oaxaqueños que vienen marchando al DF y cuando el
gobierno de los grandes capitalistas está estudiando cómo y hasta
dónde reprimir sin que esa acción represiva signifique arrojar
gasolina al fuego a nivel, por lo menos, del sureste del país, y le
resulte por tanto contraproducente.

De la magnitud de la recepción a los compañeros de la APPO y del apoyo
que reciban de quienes quieren dar forma real a una CND -que se
inauguró como acto de masas pero no puede ser sólo una serie de
manifestaciones convocadas por AMLO sino que debe ser un conjunto de
acciones autoconvocadas-, dependerá mucho la victoria de la APPO o de
la fuerza de la represión, o sea, un avance de las fuerzas derechistas
y de los métodos fascistas en el país como respuesta a los movimientos
sociales. Por eso, al igual que en su momento fuimos todos zapatistas,
y lo seguimos siendo en la defensa de los campesinos indígenas
chiapanecos, somos -debemos ser- todos militantes de la APPO allí
donde estemos, porque la libertad y la democracia son indivisibles y
si las pisotean en algún lugar, las están pisoteando y destruyendo en
nuestra propia casa. Es indispensable, en ese sentido, un
pronunciamiento claro y contundente del Frente Amplio, de AMLO, del
PRD, de los representantes institucionales en todo el país que
rechazan el fraude y la represión. No podrá haber un gobierno paralelo
frente al de los usurpadores si no tiene el respaldo de la
organización popular, como el que tiene la APPO en Oaxaca. Allí y aquí
libramos un solo y mismo combate contra un mismo enemigo nacional e
internacional.

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